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Mostrando entradas de abril, 2024

El oso polar

Es curioso que haya peluches, dibujos animados y hasta largometrajes infantiles inspirados en el depredador más importante del Ártico. Emblema navideño para decorar aparadores, para encender el árbol urbano y para presidir desfiles. Será por el amor y ternura que transmite el oso polar. Manifiesta la ambigüedad: juegan lo bello y lo violento. Sin embargo prevalece la imagen de lo bello como un "lado A", que tal vez porque es lo que necesita ver el mundo hoy en día. "Bi-polar": algo de gracia me provocó este infantil juego de palabras. El blanco perfecto del oso polar parece ser solo una idea por asociación con la nieve. Su pelo, que cubre capas de grasa y una piel más bien negra, cobra por lo general un aspecto más sucio, ya sea por la mugre o por la sangre propia o ajena. Alma viajera por instinto de supervivencia. Es amenzado por pocas otras especies o por la misma hambre, pues necesita sesenta focas al año para sobrevivir. Sobre tierra templada, consume y ama las

Tu puerta

Llevo meses sentado ante tu puerta sin atreverme a tocar. He pasado fríos, calores, inviernos e infiernos de ambos hemisferios y no he podido acercarme. Hay un campo de fuerza como un perro rabioso que cuida tu entrada. Hay también un miedo brutal a que me observes por la mirilla, aunque las lágrimas no se noten entre las ondas distorsionadas y siluetas torpes. Me acostumbré a imaginarte tras esa ventana del segundo piso dibujando. Tal vez escribiendo o armando un rompecabezas. Posiblemente viendo una película dentro de espectro "arte" o algún ánime que te rete y que a la vez conviva con tus fantasmas que sé que también tienes. Un nuevo intento: subo el primero de dos escalones, la primera montaña de una cordillera. Me detengo al ritmo de los temblores de mi cuerpo provocados por lo prejuicios ajenos, por una cordura que no invité, por miradas de personas que no están presentes y por las voces que me regañan y a la vez me regalan todas mis frustraciones. Retrocedo sin dejar